Por unas y otras circunstancias, hacia
tiempo que no nos reuníamos en Asturias, pero mira por donde,
en septiembre pasado, tuvimos una oportunidad y esta vez se pudo
aprovechar. Septiembre suele ser mes de buen tiempo, de sol y
atmósfera nítida que realza los verdes del campo y el azul del
Cantábrico.
Y un 18 de septiembre que reunía
todas las características anteriores, nos encontramos en Pría-
Llanes, Pilar y Ángel (que esforzadamente viajaron
desde Tarragona), Carmen y Pepa (que vinieron de
Madrid) y los habituales de la casa, es decir, Paloma, Clarina
y yo.
Carmen y Pepa llegaron poco después de
la hora de comer y como los otros dos viajeros no llegaban hasta las
nueve de la noche, salimos para aprovechar la tarde.
Visitamos uno de los sectores de la
costa que alberga posiblemente las playas más bonitas de Llanes.
Pepa y yo, como casi siempre, nos animamos a darnos un baño de tarde
en la playa de Borizo. El Cantábrico, fresco y bravío,
de siempre hizo las delicias de los naturales de Campóo,
aunque solo sea por proximidad y condición terráquea, y Pepa no fue
la excepción.
Después del baño, pequeño paseo por
las inmediaciones de la playa de Toranda, el típico
pueblo de Niembro
y la majestuosa playa de
Torimbia. Desde esta última y sobre su magnífica
concha, contemplamos, espléndido, el atardecer.
Ya por la noche, todos bien llegados,
mejor encontrados y felices por la reunión, cenamos en el porche de
casa y nos entregamos a una de las mejores actividades que derivan de
la amistad: la tertulia, jugosa y reconfortante como pocas.
Al día siguiente, 19 de septiembre,
amaneció algo nuboso, no llegando a faltar cuatro gotas que no
estorbaron gran cosa. Mañana de caminata larga por la costa de
Pría y sus curiosidades geológicas, arcos naturales,
acantilados, canales profundos y sobre todo, los “bufones”.
Son éstos, sifones naturales de origen kárstico, como toda la costa
en esta zona, que se forman por la acción erosiva del mar sobre la
roca caliza. El agua se introduce por conductos subterráneos y en
los grandes temporales origina un chorro pulverizado que lanza en
vertical a decenas de metros, acompañado de un bramido ensordecedor
que se oye a kilómetros.
Por
la tarde visita a la villa de Llanes. Caminamos
pausadamente por el Paseo de San Pedro disfrutando
de una vista excepcional sobre el mar y con la sierra costera del
Cuera como fondo. Llanes
tiene sabor marinero y medieval, castillo y murallas del S. XIII,
época en que le fue concedido fuero por Alfonso IX de León,
espléndidos ejemplares de arquitectura civil entre los S. XV y
XVIII, puerto pesquero y el nuevo puerto deportivo, pintoresco,
moderno y abrigado. Pero su monumento más importante es la parroquia
de Santa María, declarada
basílica menor; de transición románico-gótica (S. XIII y XIV),
cuenta con un extraordinario retablo plateresco (S. XVI) con seis
tablas flamencas y notable talla.
Por la noche
sidrina y tapeo en el casco viejo, buena práctica para terminar el
día.
El
sábado, 20 de septiembre,
nos despertamos nuevamente con una mañana espléndida. Después del
desayuno, tranquilo y al aire libre, partimos para la cercana zona de
Colunga. Nuevo baño
en la playa de La Isla y
paseo por la pintoresca aldea del mismo nombre con una curiosa
muestra de los típicos hórreos.
Por
la tarde nos dirigimos a Trubia,
en la parte central de Asturias, muy próxima a Oviedo, donde nació
y vivió Pilar hasta
los nueve años. El mal estado actual de la que fue su casa, no
impidió que saboreara recuerdos agradables de esa primera etapa de
su vida.
A
última hora de la tarde-noche y de vuelta para casa, visita al
típico pueblo de Tazones,
con su desparramado caserío de colores sobre una ladera al mar. Por
azar del destino Tazones fue la primera tierra española que pisó Carlos I cuando venía de Flandes para tomar posesión del trono de Castilla. Una tormenta hizo que se desviara de su destino
inicial, el puerto cántabro de Laredo.
Domingo
21 de septiembre, el
buen tiempo no nos abandona. Paseamos por la senda costera, esta vez
hacia el Este, pasando por la bonita playa
de Cuevas del Mar,
muy dañada por los temporales del último invierno. Después de 40
minutos de marcha se accede a la cala
de San Antonio de Cabomar,
resguardada, coqueta y de finísima arena. Nos bañamos todos y
después del fresco y reconfortante baño, regresamos a casa
caminando. En un acantilado sobre esta playa se encuentra la
capilla-panteón del conde de la Vega del Sella, historiador,
paleontólogo y estudioso del arte rupestre cantábrico.
Después
de comer en el restaurante Casa Pilar
de Nueva -recomendable- nos dirigimos hacia los lagos de
Covadonga para hacer una
pequeña excursión por esta zona del parque nacional. Sobresaliente
y espectacular la vista de las Peñasantas
sobre las quietas aguas del lago
Ercina. Poco antes,
en el lago Enol, se
divisa al Este el macizo central con la cumbre suprema de
Torrecerredo (2.648m.),
punto culminante de los Picos de Europa,
techo de Asturias y máxima cota entre Finisterre y Pirineo de
Huesca. Caminamos
hasta la pequeña majada
de Belbín,
disfrutando de un entorno de perfecta armonía con el rojo de los
tejados, el verde y lo calizo. En las cuevas cercanas a esta majada
se cura el queso de Gamonedo,
con denominación de origen y uno de los mejores de Asturias.
El
último día, 22 de septiembre,
primer día de otoño y cambio brusco del tiempo. Llueve -lo último
que le faltaba a Asturias por ofrecer en este viaje- y lo hizo con
ganas, como para no dejar de lado lo tópico y lo típico. Una
despedida que nueve meses después aún recordamos con nostalgia y a
la vez con el deseo de que pronto vuelva a ser encuentro.
Gracias Jesús por tu descriptiva crónica que me ha hecho revivir unos días muy gratos.
ResponderEliminarAñadiré fotos que tengo en el móvil en cuanto me haga con un conector.
Sorpresa agradable ha sido el revivir aquellos bonitos días de fin de verano. Muchas gracias. Pilar y Ángel
ResponderEliminarYo he disfrutado mucho rememorando mis tiempos de estudiante y compartiendo esas vivencias con vosotros
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