Pulcritud en las calles y callecitas- peatonales algunas, como la de Asturias, nombre evocador de las gentes y la belleza del país-; en las plazas y placitas, muy del espíritu de nuestra civilización, greco-romana-mediterránea. Está la plaza de la revolución de 1868, la antiborbónica, liberadora, que hace pensar.
Sosiego activo, mezcla de relajo y creatividad, con vida. Tiendas puestas con amor, de todo tipo, diferentes, cada una en su estilo. Especialmente, el mercado, llamado de la Abacería, es una concentración de humanidad, en los puestos, que hay de todo, impactante.
Paseando, encuéntrase uno, sin esperarlo, por ejemplo, con una tiendita llena de cosas de comer donde puede uno tomarse un mojito casero, hecho a la vista, que ameniza el espíritu; tiendas-hornos en que dan ganas de probar la riqueza de panes y pastelería que se ven, de una pinta…; bares y restaurantes de culturas de todo el mundo; pequeñas librerías donde se pueden encontrar libros singulares y, entre ellas, en el Mercado de la Abacería, hay varias en las que los libros- usados claro- valen todos a un euro y nadie hay atendiendo: se coge el libro, que los hay que son joyas, y se deja la moneda en una cajita metálica.
Así que, cuando vayaís a Barcelona, daros el gusto de pasear por este barrio.
Ángel, me has transportado al Paseo de Gracia con tu hermosa descripción, casi he olido el pan recién horneado y he saboreado el chupito... tenemos que dar otra vuelta por Barcelona y disfrutar juntos del paseo.
ResponderEliminarun abrazo y me alegro de que hayas sabido publicar tu crónicaen el blog