Los amigos vinieron a Tarragona, qué bien. Y Ángel, tarracoresidente, los hizo andar por la costa, pues en la costa estábamos.
El viernes, día 4 de marzo, a la atardecida, paseamos por la escarpada costa de Altafulla a Torredembarra, con una bonita cala-playa, del Canyadell. La vista era amplia y bonita, a dos bandas, con un faro en medio.
Y el día 5 por la mañana, siempre orilla del mar, anduvimos desde Coma-ruga a Torredembarra. Aunque, mentalmente, empezamos el paseo trasladándonos al Nepal, a través del relato de Manuel, que encontramos, en blanco albornoz, junto al riuet de Coma-ruga, de templadas aguas, donde él se baña dos veces al día: un indio de allá le miro el iris y lo dejó estupendamente, andando y corriendo pues, tras un accidente, estaba en silla de ruedas. Nos hizo Manuel la terapia de la campana, que lleva consigo, y seguimos camino.
Por la arena y por los paseos construídos, con Clarita libre cuando íbamos por la playa, en un hermoso día. En Rodá de Bará, la del famoso arco, en la urbanización Roc de Sant Gaietá, nos tomamos unos líquidos, en un bar- Sisquet, justo encima del mar, aquí escarpado.
Pasamos Creixell y entramos en Torredembarra, andando por la estricta orilla del mar, donde éste toca la playa, que la arena es aquí compacta y permite una firme andata. Dejamos la orilla para ir, al otro lado de la playa, a ver los humedales, que un buen embalse había, lleno de patos.
Pasamos Creixell y entramos en Torredembarra, andando por la estricta orilla del mar, donde éste toca la playa, que la arena es aquí compacta y permite una firme andata. Dejamos la orilla para ir, al otro lado de la playa, a ver los humedales, que un buen embalse había, lleno de patos. 
Difrutamos mucho del pase por la playa. El día era soleado, como podeis ver en la foto. Jesús y yo no pudimos resistir la tentación de descalzarnos y caminar por la orilla del mar.
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