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lunes, 14 de mayo de 2012

El encanto del Norte de la provincia de Burgos


En Miranda de Ebro, gran población, al caer de la tarde del 27 de Abril de 2012, confluímos en la estación el grupo: estaban ya allí Altamira, nuestra guía sin par, esencias de Miranda, acompañada de su amiga Merche, y Paloma y Jesús, con su querida Clarita, simpática y espabilada perrita, venidos de Asturias, que esperaron todos la llegada, en el tren de Madrid, de los demás: Pepa, Adela, Alicia y este cronista.
Y Altamira asumió, con inmejorable ánimo, la tarea de llevarnos por estas tierras. En su coche y en el de Jesús y Paloma, por la comarca de La Bureba, de buenos campos, llegamos a Oña, la histórica villa, de notable iglesia y monasterio, habitado por monjes diversos hasta hace poco, lamentablemente no visitable a la sazón debido a obras.
Nos alojamos en una casa rural, llamada “La Judería”, toda para nosotros, que nos apañamos solitos, bien en todo. Oíamos las campanadas del reloj del pueblo, que daba, todo el día, las horas y los cuartos, lo que por la noche era excesivo.
Cenábamos y desayunábamos en esta casa: Altamira no sólo nos regaló su dedicación como guía sabia y competente sino que nos hizo degustar delicias mirandesas, como las morcillitas sumergidas en guiso de tomate, los chacolís, pimientos del piquillo… Y celebramos el cumpleaños de Jesús, el día 28, regando la cena con cava traído de Asturias y antes, en la comida en Frías, en restaurante, hubo una tarta de la casa con velas de los años cumplidos.
El pueblo de Oña tiene su belleza: sus plazas con los plátanos de ramas que se entrecruzan como una especie de emparrado; sus letreros de evocaciones dispares, de lo dulce a lo rudo: de la calle del Pestiño, la de nuestra casa, al Hostal Once Brutos.


Y nos pusimos, el 28, a recorrer estas tierras, con la compañía de la lluvia que acogimos con el mejor espíritu: valle de Tobera con la ermita, románico-gótica, de Santa María de la Hoz, en la montaña erigida, con el río que serpentea abajo y un bonito puente, belleza de lo sencillo.




Y aparece Frías enseguida, con sus casas colgadas, su castillo, el Ebro que anda en las afueras, debajo, cruzado   por dos puentes casi juntos, uno viejo con muchos arcos y torre rectangular en el medio y otro moderno; sus calles empinadas, tejados de color rojizo. Sabor del pasado, de la vieja ciudad, que este título tiene Frías, vivencias del recuerdo, fuente a su vez de vida.
                                                                      


Moderno pueblo de Trespaderne, que cruzamos sin pararnos, con sus calles que denotan vida, y llegamos a la Cascada de Pedrosa de Tobalina, que hay que ver, no nos lo esperábamos: son como unas cataratas sin fama, que forma el río Jerea, un desconocido, que da gusto verlo discurrir por estos campos de colores primaverales.




Iglesia de San Pantaleón de la Losa, más bien una ermita, románica de transición, en lo alto de un monte que sobresale como la proa de un barco y permite ver un amplio paisaje de campos en llano con el serpenteo del Jerea.



Mejor tiempo nos hizo el siguiente día, 29, pues las nubes, aunque a veces descargaron, no nos impidieron el Plan.
Poza de la Sal, recuerdo de las Salinas centenarias-dejó de producirse sal en 1974- y del Doctor Félix Rodríguez de la Fuente, el amigo de los animales, que tanto, y tan bien, divulgó su vida. Conserva restos de un castillo, en un alto, desde el que se divisan bien el pueblo y la amplia llanura. Los recuerdos que digo se visitan con guía, obligatorio, con lo que éste tiene asegurado un rato a un público, auditorio de sus explicaciones y el que nos tocó quiso que fueran graciosas y lo habrían sido de no pasarse en su afán de amenizar. También hay un museo de la radio, dentro también de la visita obligatoria, inesperado e inesperable en estas latitudes, ya norteñas, donde recalan muchos bilbaínos, que animan el pueblo, de calles evocadoras de otras épocas, en que se aprecia influencia vasca, y bien surtido de bares en los que puede uno tomarse un caldito y ver algún póster del Atletic de Bilbao.
Comimos, de mochila y en plan comunitario, en el pórtico de la Iglesia del pueblo de Herranz, de la Parróquia, según el letrero que rezaba de esta guisa, o sea con el acento, encima de la puerta.

Y nos pusimos a caminar, saliendo del pueblito, por el
desfiladero del río Purón, que lo forman las peñas que lo encajonan hasta llegar a un prado jaspeado todo él de pequeñas margaritas, belleza de lo verde moteado de blanco, junto a un  pueblito en ruínas- Ribera-, ya en Álava. 

  .    En el pueblito de “La Aldea del Portillo del Busto”, de escasos vecinos, pueden verse esculturas curiosas y es que aquí viven artistas aunque no vimos más que a un hombre joven y a un perro, al que le dimos de comer porque el joven nos dijo que el perro tenía hambre
Pasamos por otro pueblito, o aldea, Montejo de San Miguel, donde vimos el juego de bolos al estilo de esta comarca, llamada de Las Merindades: se trata de tirar, con una bola de respetable tamaño y que puede pesar más de cinco kilos, unos palos, como de medio metro, clavados en el suelo en línea, y uno más pequeño que se coloca detrás, que sólo cuenta su derribo si antes ha caído alguno de los palos más grandes.
El tercer día, 30, amaneció con cielo azul, y lo aprovechamos bien. Llegamos a la aldeíta de Panizares y, desde allí, empezamos a caminar por el monte para ir a una Tejeda que hay por ahí. Pero nos pusimos a subir, no vimos el camino que iba a la Tejeda y acabamos en la cima del monte, llamado de La Coronilla, con lo que hicimos una señora excursión, de más enjundia montañera que la proyectada.
Después, fuimos a la Hoz de Valdivieso, en el Ebro, espectacular, luciendo una hermosa cascada, y al pueblín de Tartales de los montes, que tiene una fuente con este simpático letrero: Te dejo echar un traguillo si me tratas con cariño.

Tierras frías éstas: incluso en verano, dice una señora en la aldea de Cubilla- de 4 vecinos estables-, a las cinco de la tarde refresca. Pero hay microclimas también, como el del valle de las Caderechas, donde no suele helar y se cultivan cerezos que este año florecieron, nos dicen, hace poco y era muy bonito. Aquí paramos en el pueblín llamado Madrid de las Caderechas, charlamos con una robusta alcaldesa de 81 años y bebimos algo en el único bar existente, el del viejo Tele-Club.
Y el 1 de Mayo dejamos Oña, la casa de la Judería, pero nos quedó la mañana entera para ver cosas: Iglesia-santuario de Santa Casilda, en lo alto de un monte, con frescos en el techo que pintan la vida de la santa, favorecedora de los nacimientos, y, debajo, en lo llano, una poza circular de límpidas aguas;
 Santa Gadea del Cid, donde, según algunos, tomó éste el juramento a Alfonso VI, cosa no segura pues parece más probable que fuera en Burgos, donde también hay una iglesia de esta santa. Es un pueblo medieval, que tiene una buena plaza, con soportales de madera y piedra, y callecitas silenciosas y evocadoras.
Y ya volvimos a Miranda, el punto de partida. Altamira nos llevó a un alto llamado La Picota, donde estuvimos mirando Miranda, singular cruce geográfico y cultural.
Nos permitimos una buena comida en un restaurante de las afueras de la ciudad y nos despedimos, ricos de estos días de cordial convivencia y de ver cosas nuevas e interesantes: los paisajes y el espíritu sencillo y positivo de sus gentes.
Y muchas gracias Altamira.
Ángel Badía

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por escribir la crónica de nuestra excursión a la Bureba, Ángel,cuentas con todo detalle los lugares que visitamos.¡No hay duda de que tienes buena memoria!

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  2. La reunión de primavera,después de retomada,no pudo salir mejor. Esto debemos repetirlo,a pesar de la crisis, todos los años. ¡Que siga por muchos la unión y la amistad!
    Un abrazo para todos

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  3. Hola un poquito tarde escribo, pero el recuerdo siempre queda en la memoria. Fue todo tan bonito y especial, que viendo las fotografias que hizo Angel con su maquina de fotos que pesa bastante, es volver a recordar. Vimos lugares que nos llevo Altami que casi nadie lo conoce, y esos sitios me gustan. Todo me gusto mucho, y lo del cumple de Jesus, que se confundieron con los años,todo esto nos hizo reir. Unos dias preciosos y llenos de mucha alegría. Un saludo para todos.

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