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lunes, 18 de agosto de 2025

Crónica Personal, de Ángel Badía, del viaje a Georgia y Armenia de la Sociedad Española de Estudios Clásicos 1 a 13 de julio 2025


En avión de Turkish Airlines llegamos a Tiflis, con vuelo intermedio hasta Istanbul. En ambos vuelos amables azafatas sin la cabeza cubierta -a notar siendo Turquía un país musulmán- nos dieron de comer y beber sin cargo, cosa que no es lo habitual en estos tiempos. A destacar también la esmerada puntualidad.

Vamos a países que son Asia por geografía, pero sólo por eso pues sus gentes son de aspecto europeo. Europeos con unas raíces culturales muy antiguas, incluso con alfabeto propio, que ¡vaya lo peculiares que son tanto el georgiano como el armenio!

Fuimos recibidos en el aeropuerto georgiano por Meggy, nativa con muy buen español, que nos acompañó y nos guió en toda nuestra excursión georgiana ilustrándonos con competencia, eficacia y amabilidad.

Tiene Georgia un gobierno pro ruso, salido de unas elecciones fraudulentas, con un oligarca millonario dominante, frente a un pueblo anti ruso que todos los días se manifiesta contra el Gobierno concentrándose por la tarde-noche ante el Parlamento. ¡Qué pena!

Tiflis, atravesada por el río Kura (Mitkvari en georgiano) que llega lleno pero sucio de su viaje desde la montaña, tiene una parte baja que cruza el río con buenos puentes, bellamente arqueado uno de ellos y también con pasos subterráneos donde hay cierta vida: en uno de ellos vimos un local con el rótulo “Vivre la revolutión”. Hacia el río baja la colina o colinas de la parte alta formando a veces como un acantilado.

El viejo Tiflis está en la parte alta, encolinada, donde se ubica lo más monumental: edificios religiosos diversos, tiendas, bares y restaurantes y, atracción particular, la Torre del reloj donde cada hora salen figuritas andando con tintineo. Esta parte es bastante abigarrada, de calles estrechas. Entre la parte baja y alta existe la amplia Plaza de la Libertad con una columna en el centro en cuya cima está la estatua de San Jorge, patrón de Georgia, alanceando al dragón.



En esta zona intermedia hay edificios abombados: albergan los baños de azufre que no pudimos experimentar, y se ve un arroyito creciendo en caudal para dárselo al Kura. Hay una calle con esculturas negras, entre ellas, la de Don Quijote y Sancho. Y en un bar restaurante de la parte baja vemos fumar a lo árabe, pipa larga de narguilé.


 Muy interesante el mercado subterráneo Meidan, por esta zona, abigarrado de los más diversos objetos. Y me sorprendió mucho ver un gran centro comercial en la parte baja, de lo más moderno y donde para ir al servicio hay que poner la tarjeta de crédito, pues aquí, en Georgia, se paga un lari -como 30 céntimos de euro- para ir al servicio; en Armenia se pagan 100 dracmas, parecido.

Cenamos el primer día mi sobrino José y yo en la parte alta, llena de restaurantes, con música algunos de ellos y gente del público bailando a lo europeo, acaso turistas como nosotros.

El Museo Nacional de Georgia tiene en la planta baja unas muestras de vieja orfebrería que impresionan, en las plantas altas se muestran carruajes antiguos y una exposición sobre la opresión soviética.

Y recorrimos el Museo etnográfico al aire libre, de casas antiguas diversas. De aquí, con el bus -hay un teleférico que no funcionaba ese día- subimos al monte Narikala, lo más alto de Tiflis. Me llamaron la atención, en el panorama de la ciudad, dos altos rascacielos.


En el restaurante de nuestro hotel -Brim- vimos cómo celebraban en otra mesa el nacimiento de un hijo con vibrantes canciones en georgiano.

Es buena en Georgia el agua del grifo, tanto que, cuando la pedí en el desayuno en el hotel, la empleada fue a él a llenarme el vaso.

Llovió los primeros días y luego tuvimos calor.

Fuimos al Cáucaso, al Cáucaso mayor, norte de Tiflis.


Bonito embalse de Zinvali, fortaleza, iglesia y un lago en la subida primera; luego vemos ríos, rebaños de ovejas pastando en el suelo herboso y puestos de venta en la carretera. Del pueblo de Stepansminda, en todo terreno, que no hacía falta, subimos, a pie en el tramo final y trabajosamente, a un monasterio, Gergueti, 2170 m de altitud, donde hay profusión de iconos y unas grandes vistas. Impresiona el Cáucaso.

Aquí fuimos a una pared con pinturas conmemorativas de la amistad ruso georgiana, que los rusos elogian y los georgianos deploran, pero desde donde se ven unas espléndidas vistas del Cáucaso: maravilloso circo de montañas que bajan a estrechos valles, hermosos desfiladeros, nieves perpetuas, aguas que bajan.

Visitamos, en una especie de altiplanicie a donde se llega por unos pasillos flanqueados siempre por puestos de venta diversos, la catedral de Mskheta, antigua capital de Georgia, con un dentro espectacular: riqueza de iconos con una especie de púlpito notablemente adornado. Ahora, en Tiflis hay una gran catedral, que no estaba en el plan del viaje pero que fuimos a ver, aunque no pudimos entrar: estaba entonces cerrada.

 En Mskheta perdí el contacto con el grupo; conseguí llegar a él por los pasillos dichos; como no estaba mi sobrino José cuando llegué porque me estaba buscando, se movilizó el grupo y enseguida apareció. Sentí gran solidaridad.

Subimos esa tarde a un alto para ver otra iglesia y lo más atrayente fie ver, en lo bajo, la confluencia de dos ríos.

La subida a la ciudad rupestre de Uplitsikhe excavada en la roca, siglo VI a.C., tuvo su dificultad, algunos no subieron y yo -viejito con corazón joven como me autocalifico- me atreví y conseguí llegar arriba siempre con compañeros dispuestos a echarme una mano afectuosa.


Volvimos por un túnel secreto con muchas escaleras que bajé bien, aunque con leves agujetas al final. Tiene excavados en la roca cantidad de habitáculos y ha sido un centro importante en tiempos paganos y tras el cristianismo. También cerca, excavada en la roca, está la ciudad de Vardzia, siglo XII, construida por el rey de Georgia Jorge III, al que sucedió a falta de hijos varones, su hija, la legendariaTamara, reina de Georgia en su época dorada; a ella subimos al día siguiente y vimos diferentes cavidades; en una de ellas, un monje barbudo vendía postales del recinto y otras cosas.


Visitamos también un castillo, en alto, hecho por los musulmanes: arcos de herradura y torre arriba de todo, que permite ver amplio y bello paisaje.

 De Vardzia nos dirigimos a la frontera Armenia y nos paramos a ver y a pasear un puente colgante sobre el río Kura que baja robusto y limpio, un gusto verlo.

Llegamos a la frontera tras un paisaje de amplia llanura, nos despedimos de Meggy y nos recibió Ani, como guía armenia, entusiasta, sencilla, con mucho saber y claridad, otro gusto de persona.

Ya en Armenia paramos en la ciudad, Gyumri, la segunda de Armenia, y la recorrimos un tanto: bello el interior de la catedral, calle con sólidos edificios y animación: vemos en un bar restaurante música en vivo con bailantes, grata impresión. Ya en Ereván, nos sorprendió la habitación tan amplia que nos dieron, era como un apartamento.

En Ereván visitamos el Parque de la Victoria, donde en lo alto, está la grande estatua de una joven de 19 años que sustituyó a la de Stalin; la llamada Cascada, edificio que baja en escalones con estatuas a los lados -de Jaime Plensa alguna- con una amplia avenida llena de estatuas en el llano, una del famoso Botero luciendo un casco.

Visitamos un monasterio excavado en la roca y, sorteando la lluvia, un monumento grecorromano cuadrado de columnas con capiteles jónicos.



Salimos de noche a la calle y fuimos a la Avenida bajo la cascada con idea de probar comida armenia; resulto ser el restaurante italiano, pero con la compañía de Andrea, compañera de viaje que vino después, probamos el famoso coñac armenio, que no está mal, aunque los tenemos nosotros mejores. Lo pasamos bien, sorprendido gratamente por la animación que veíamos en las calles, donde había también un restaurante mexicano.

Centro de Manuscritos armenios, impresionantes muestras de ellos, muy bien expuestos en vistoso edificio.

Patriarcado armenio: espacio amplio a la entrada, amplitud inaugurada, parece, con motivo de la visita de Juan Pablo II; lo requería la multitud que se congregó. La iglesia tiene un interior muy bonito y un bello campanario.

Ruinas de la edad de bronce; para visitarlas hay que ir por caminos no muy buenos con posibilidad de serpientes, por lo que yo, junto con otros, no fui y visitamos el museo.

Paseando por Ereván nocturno: Plaza de la Ópera con estatua de Kachaturian y niñitos como de 3 años corriendo en patinete alrededor, guitarrista bueno y un niñito bailando a su son; calle peatonal, repleta de establecimientos, en uno de los cuales una joven me puso internet en el móvil y nos recomendó el restaurante Camancha donde cenamos platos armenios -yo una rica empanada abierta de carne picada- y en el bar adjunto había animada música en vivo.

Fuimos a un monasterio junto a la frontera turca y vimos el Ararat, histórica veneración armenia, entre nubes, nevado, imponente: ahora en tierra turca tras un acuerdo entre Rusia y Turquía por el que ésta se apropió de la mitad del territorio armenio.

Monasterio tras monasterio llegamos a Goris, pequeña ciudad. Nos alojamos en un hotel que tiene fuera del edificio, al lado, un espacio donde puede jugarse al ajedrez y al billar -de los clásicos- entre otras cosas. Se desayuna sentados en bancos ante largas mesas, todo de madera. Es una ciudad pequeña, tiene un buen súper, con la mejor fruta, y una amplísima plaza, que es también un parque donde juegan niños y, en uno de sus lados, existe una Torre Eiffel, es un pegote desubicado.

En un teleférico fuimos al monasterio de Tatev, de gran importancia histórica. El teleférico es el más largo del mundo, 6 kms, de montaña a montaña. Gran impresión que hizo encoger el corazón de algunos.

Cementerio al aire libre con piedras labradas encima de las tumbas, con algunos artísticos relieves y cruces armenias en muchas de ellas.

Nos metemos luego en el interior de un caravansar de la época de la ruta de la seda que nos trasladó a lejanos tiempos.

Y nos paramos a ver el gran lago Sevan, dos mil metros sobre el nivel del mar, que ya habíamos estado viendo desde el bus. Uno de los lagos más grandes del mundo, con embarcadero y naves.

Y, como último día en Armenia, visitamos los monasterios de Hahgpat y de Akhtalá, del que recuerdo los magníficos frescos en las paredes tan bien conservados



De vuelta a Tiflis, en el hotel nos esperaba una copa de vino georgiano y una espléndida tarta con el nombre en ella de la Sociedad de Estudios Clásicos y de todos los participantes en el viaje. ¡Qué detalle!

ASPECTOS NO ARTÍSTICOS

Vimos unos países en actividad y deseamos que prosperen y así ha de esperarse si les dejan.

La comida al mediodía, incluída en el plan del viaje, la hicimos siempre juntos. Probamos los vinos georgianos, orgullo nacional pues se consideran los inventores. Abundantes verduras y, de frutas, mucha sandía y melón con mención especial al albaricoque, de gran tradición en los dos países. La mayor novedad para mí fue el zumo de granada que hacen en tu presencia: bien sabroso. En Georgia probamos, como cosas típicas, el “kachapuri”, especie de torta rellena de queso y el “Kubdari”, pasta rellena de carne picada; en Armenia comimos, el grupo, una magnífica trucha asalmonada en Tatev y, nosotros aparte, alguna barbacoa, y algún kebab. Curiosamente el café que nos sirvieron en Armenia tenía poso y eso dio lugar a que una de las compañeras, Andrea, nos hablara del significado de esos posos.

Destaco también el buen ambiente entre todos, no faltó solidaridad. Yo tuve la suerte de compartir el viaje con mi sobrino José, siempre pendiente de mí: invalorable experiencia.

La organización fue muy buena, lo que nos permitió visitar tantos sitios y nos llevó a hoteles estupendos.

El bus, con el que recorrimos los dos países, tuvo unos conductores magníficos, en carreteras no siempre fáciles. Y Rosa y Eugenio, secretaria y Presidente de la SEEC no dejaron de estar pendientes de nosotros y nos ilustraron los ratos de autobús con sabias indicaciones y explicaciones. Muchas gracias.

En lo religioso, son países cristiano-ortodoxos, cada uno distinto, con sus curas barbudos y misas que duran dos horas y los asistentes, al menos en Georgia, han de estar de pie. En una iglesia de Armenia, que visitamos, vimos a un monje bendiciendo a fieles en una cola a la que se unieron algunos de los nuestros. 


jueves, 1 de mayo de 2025

Excursión por Los Altos del Hontanar

 Parece que después de un tiempo, por cierto, bastante prolongado,  retomamos la buena costumbre de  redactar las crónicas de nuestras excursiones a la Sierra. Estas salidas a la naturaleza, a pesar de los años transcurridos y de los que llevamos encima los escasos participantes, todavía sobreviven. Quizá de forma lánguida y algo escasa, pero ahí están, estamos, con ilusiones sobrevenidas cada vez que nos empuja el buen tiempo.

Y buen tiempo hacía hoy, 29 de marzo, primera excursión de la primavera, que nos animó a salir, -después de varias semanas de lluvias incesantes- por el Valle de Canencia.

Carmen, Pepa,  Paloma y el que suscribe; pocos en número pero suficientes para pasarlo bien.

Comenzamos la marcha en la cercanía del pueblo de Canencia, por una pista ancha que toma altura por la falda sur de "Los Altos del Hontanar", modesta sierra que separa en dos el Valle de Lozoya. Atravesamos una senda de robledales aclarados de roble melojo, dando vista en ciento ochenta grados, desde los "Altos de la Morcuera" y la "Najarra", hasta la "Sierra del Rincón" a lo lejos, pasando por el más cercano "Mondalindo" directamente al Sur.

El día sigue espléndido y vamos notando las ganas de comer. Hacemos una pausa para ello, una vez concluida la subida sin llegar a lo alto del cordal. Las piernas ya se resienten y decidimos bajar después de dar cuenta del bocadillo. Eso sí, nos perdemos la vista hacia el Norte, hacia Lozoya, con Peñalara y todos los Montes Carpetanos hasta Somosierra, qué se va a hacer, otra vez será.

Llegamos al coche unas cinco horas después de salir,  cansados pero contentos por haber disfrutado de un magnífico día de montaña.

De vuelta para Madrid, parada en Soto del Real para refrescarnos con la consabida cerveza o algo más. Y nada, a esperar la siguiente salida que será ya con la primavera más avanzada.

miércoles, 5 de junio de 2024

ORDESA


Pilar ha redactado esta crónica de nuestro reciente encuentro en Ordesa

Como cuando volvimos de Benicasim, ahora también al volver de Ordesa tengo dentro de mi un montón de imágenes y músicas, de palabras y de silencios, de gestos siempre amables y cordiales que hicieron no sólo posibles estos días sino también interesantes y gratos.

Veronika, aunque bastante silenciosa, siempre atenta a detalles que quizá podían pasar desapercibidos a otros, de pronto exclamaba: ilos iris!


Otras veces se la oía decir como para sí misma: ¡Impresionante! En otras ocasiones, sin decir nada se fijaba en detalles llenos de encanto.



Pepa que no se arredró ante nada a pesar de estar magullada por una infortunada calda, tuvo que pasarse sin cenar el día de la llegada porque el restaurante el Duende ofrecía platos fuertes típicos de la zona.



Habla venido con Jesús y Paloma pasando por las iglesias prerrománicas del Serrablo y nos enseñó las fotos con su admiración hacia esa belleza sencilla que seguía en pie al cabo de los siglos. Siempre suavemente, dulcemente, alegraba los caminos con su interés por todo lo que salía a nuestro encuentro.


Jesús el conocedor del territorio, demostró su gran paciencia adaptándose a la marcha de los más lentos y buscando siempre nuevas posibilidades para ir a algún sitio interesante sorteando las lluvias y otros impedimentos.

Paloma, tan animada y alegre como siempre contando junto a Jesús sus andanzas por los impresionantes acantilados que nos rodeaban.

Ángel estaba contento de estar con los amigosy yo, Pilar, disfruté de la  calma de mi marido y de la cordialidad e interés de todos. 


Carmen, estuvo en nuestras conversaciones y en nuestros corazones,  y cuando supimos que la visita al médico de su hijo, causa de que no viniera,  había sido positiva, nos dio una alegría. 

De Adela nos faltaba su  presencia, pero se había puesto enferma y como dijo Ángel "ad imposibilia nemo tenetur"

El Hotel Silken Ordesa, nos despistó porque no aparecía la palabra Silken por ningún sitio,  pero,  gracias al GPS de Veronika, llegamos después de pasar por Ainsa y Boltaña. 

Poco más tarde llegaron los de Madrid. 

En el Hotel nos atendieron con amabilidad,  sobre todo en la cafetería donde antes de dormir nos tomábamos infusiones y cola caos. Había una camarera aragonesa muy simpática.

Nos solíamos reunir en el hall presidido por un gran quebrantahuesos disecado y una maqueta con Los picos de Ordesa, que Jesús y Paloma conoclan bien. Y desayunábamos en el estupendo buffet que ofrecia una gran variedad de posibilidades.

Tuvimos una gran tertulla en el salón del hotel en la que Jesús nos contó su tremenda experiencia con el barco Maria Alejandra y como en otras ocasiones hablamos de todo, incluida la decadencia de occidente.

El sábado salimos hacia la pradera de Ordesa con intención de subir... lo que se pudiera. Algunos habrían subido quizá sin problema hasta las Gradas de Soaso, pero otros-Angel y Pilar- íbamos despacio y los buenos andarines con gran paciencia aceptaron nuestro ritmo. 


El paseo fue muy bonito con el sonido del Río Arazas, las cascadas y las vistas de los acantilados rocosos en lo alto, entre hayas, algunos robles, grandes avellanos, algún espino albar, algún tilo, fresnos, toda la vegetación en plena primavera y brillante por las lluvias caídas. 

Volvimos a comer al hotel, pero se celebraba allí una primera comunión de las de ahora, de las que parecen una boda por todo lo alto y nos indicaron el bar del camping del hotel, que estaba al lado. AlÍ nos sirvió unos platos combinados un colombiano muy amable. 

A continuación, Jesús, el mejor conocedor de la zona, nos condujo hacia Bujaruelo por un camino precioso, al Lado del rio Ara, bajo acantilados rocosos. Intentamos llegar en el coche por el camino estrecho y lleno de baches, pero la luvia desaconsejaba seguir.

Nos fuimos a dar un paseo por Broto, al que llaman "puerta de ordesa", con un edificio que parece Iglesia -aunque no encontramos la puerta de entrada- y también es antigua prisión,
 
con una calle central llena de bares y restaurantes, con la construccibn típica de la zona -casas de piedra recién anregladas y tejados a dos aguas de pízara, con un paseo al Lado del rioy un puente supermoderno para cruzarlo.

En el paseo al Lado del rio estaba la Pizzeria Tea donde oenamos unas buenas pizzas y menos mal  que llegamos antes de la hora programada porque al salir habia una cola enorme de gente joven esperando para poder entrar.

Al día sigulente: Oto, Viu, paisajes y construcciones de la zona en ameno paseo.



Sí, hacía ya un tiempo que teníamos ganas de reunirnos con los amigos y Angel tomó la iniciativa pensando que el mes de mayo, ya entrados en la primavera, podía ser un buen momento para volver a pasar unos días juntos. Propuso ir a Ordesa -un hermoso contraste de paisaje respecto a nuestra última reunión en Benicasim en el Meditarráneo del 17 al 20 de mayo. Con el acuerdo de todos hizo la reserva en el Hotel Silken  Ordesa consiguiendo un buen precio.

Pero al acercarse la fecha todas las páginas del tiempo en internet daban lluvia y se propuso cambiar el lugar, sin embargo eso suponía perder todo lo pagado en el Hotel porque Angel, al hacer la reserva, había conseguido un precio que no admitía devoluciones. Y se aceptó el lugar... a pesar de que todas las páginas de Internet daban lluvia. Sí, fueron unos día muy gratos, a pesar de que todas las páginas de Internet daban lluvias. Y también a pesar de las lluvias... porque los amigos hicieron que fueran unos días muy gratos.

Gracias amigos desde Tarragona, 4 de junio del 2024.



lunes, 16 de octubre de 2023

Fin de verano en Benicàssim (Pilar Pacheco)

 

Tarragona 10 de octubre del 2023


  


He ido recordando los tres “cortos-largos” días de septiembre que vivimos los 8 en Benicàssim:

Ya venía anunciándose el equinoccio de otoño que según los papeles se dio más o menos a las 9 de la mañana del sábado 23 de septiembre, tanto en España como en Alemania.


Y allí, en el Hotel Voramar, aunque olía a verano, en la mar… en el aire…, también se olfateaban aromas del otoño, entre otras cosas, con aquella tormenta que, no por esperada, dejó de ser inesperadamente intensa, tan intensa y hermosa… tan bella: relámpagos que iluminaban el cielo y el mar de este a oeste, rayos cayendo sobre el horizonte, luz en la noche, luego el trueno, los truenos… sólo al final la vehemente lluvia nos metió bajo techo.

Quizá esa tormenta presagiaba el otoño, época de cosechas.

Yo me traje del Hotel Voramar una buena cosecha de imágenes llenas de color, porque casi no había blanco y negro, había azules, rojos, verdes, amarillos, y los blancos y negros, pocos eran, reflejaban sonrisas y actitudes, convicciones, algunas más o menos compartidas, muchas llenas de humor, algunas sorprendentes, las más, alegres, confiadas.

Bajo aquella pagoda de madera, que cobijaba nuestra mesa por las noches, nos aventuramos hasta hablar del perdón, tema serio y profundo, que -según las palabras de Verónica con las que estoy de acuerdo- “libera”.

A otro nivel, más en el cada día, desgranamos política de España, un poco la de Europa, y algo de Alemania. Sí, la política del momento quedó examinada, casi diría yo que sentenciada, quizá mejor, lista para sentencia, o, aún mejor, para llevarla al juzgado, si es que existe un juzgado que la admita.

Nuestra mesa redonda del comedor, desayuno y comida, tampoco se privó de nuestros comentarios variopintos acerca de las cosas de la vida: ratoncitos, mascotas, excursiones, quehaceres…

De sabores variados también hubo cosechas: ensaladas y frutas, espumada la crema catalana, diversos bocadillos, espaguetis, pescados y ¿qué más?





La playa visitada por los más de nosotros: Jesús, con su sombrero, Paloma y Pepa, Adela, fueron asidua/os bañistas, Carmen ¿menos asidua?, Ángel un día. Me parece que Verónica y yo no contamos entre los bañistas, mas todos disfrutamos del aquel rincón cercano a las hamacas, de los aperitivos…

Y los paseos más o menos largos mirando al mar, por los acantilados no muy altos, por el paseo hasta el torreón o hasta el centro del pueblo.



Pasados ¿cuántos días?, en la distancia, me pregunto qué habrá pasado con los ratoncitos de Adela, imagino a Verónica dando sus paseos matinales a la orilla del río con su amiga y vecina, a Jesús y a Paloma sin parar, que no es cosa suya estarse quietos, a Pepa y a Carmen algo más tranquilas.

Aquí en Tarragona continúa la vida con tiempo casi veraniego, hasta hoy que se anuncian tormentas.

Tarragona, 15 de octubre del 2023



viernes, 26 de abril de 2019

Gargantas y Montañas de la Axarquía

 La comarca de la Axarquía se encuentra en Málaga, y su nombre significa zona oriental. Allí hemos pasado cuatro días, del 18 al 21 de Abril, Alicia y yo con el club de montaña Arawak.
Madrugamos para coger el AVE a las 08:30 en Atocha, con destino a Málaga, donde nos esperaba el autocar para conducirnos hasta el municipio de Canillas de Aceituno, al pie de la Sierra de Tejeda. Es un pueblo de calles estrechas, impecablemente encaladas, arcos mudéjares y rincones de flores.
Pasarelas en el Camino del Saltillo
Ascendemos por las empinadas calles del pueblo para iniciar  el recorrido de El Saltillo o "El caminito de la Axarquía", se han construído pasarelas que se asoman al espectacular barranco del río Almanchares. (no apto para quien sufra de vértigo) Hay abundante pino resinero y pino carrasco; retamas, tomillo, lavándula y gran profusión de adelfas y jara de flores rosas. El recorrido de ida y vuelta es de 8 km. con un desnivel de 200 m.

Jara mediterránea

Nos alegramos de poder asistir a los oficios de jueves Santo en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. ¡Nos acordamos de nuestra Adela- Chari!
Subimos a nuestro autocar para ir a nuestro hotel: "Playa Cálida", en Almuñecar, a una hora de distancia. La habitación, muy amplia y con una espaciosa terraza con vistas al mar. La comida buena, variada y abundante. (Aviso a navegantes: Admiten perros.)

Frigiliana
El viernes, día 19, visitamos las cuevas de Nerja y seguidamente comenzamos nuestra ruta: Frigiliana y las gargantas del río Higuerón y Chillar. Frigiliana está situada en la ladera de Sierra Almijara, y ofrece una espectacular  panorámica  de la Costa del Sol. De entramado morisco-mudéjar, está declarada Conjunto Histórico Artístico.
Tras conocer sus bellos rincones, y comprar chocolate buenísimo, caminamos por las hoces del río Higuerón subiendo hasta la cumbre de la Cruz de Félix. La vista es una belleza: los pueblos blancos de Nerja y Frigiliana y el azul Mediterráneo al fondo. El  tiempo cálido y soleado. Descendemos y nos  adentramos, hasta donde las condiciones del río nos permiten, en la espectacular Garganta del Río Higuerón. Eduardo, nuestro guía, nos explica las formaciones geológicas con detalle. 
La marcha es circular, con un desnivel de 430 m. de subida y 610 de bajada -siguiendo el consejo de Alicia llevé bastones para que sufrieran menos las rodillas.  
  

 El sábado, día 20 hacemos una excursión de 10 km. por los pueblos de la Axarquía, recorriendo el fértil valle del río Sayalonga. Se cultiva el aguacate, mango, chirimoya, vid y olivo, pero sobre todo el níspero que tiñe el paisaje de color anaranjado. Visitamos el pequeño pueblo de Corumbela, de tan sólo 300 habitantes, donde destaca el alminar mudéjar y la Fuente del Cid. Vemos luego Sayalonga, con la iglesia también mudéjar de Santa Catalina y su curioso cementerio redondo.
Cementerio de Sayalonga
Santa Catalina
Nuestra siguiente parada es para visitar Torrox. Recorrimos algunas   de sus calles estrechas con paredes encaladas y balcones llenos de flores. Este municipio se precia de tener el mejor clima de Europa. En época andalusí fue un centro de industria de la seda. Entre sus monumentos históricos destacan la Iglesia  de la Encarnación y el Convento de Nuestra Señora de las Nieves.

Almuñecar, faro
 En Almuñecar nos detenemos una hora . Algunos, ya cansados, regresaron al hotel en taxi, los demás recorremos esta bella localidad, con un hermoso paseo marítimo.  Patricia  -una joven de Leganés con quien habíamos coincidido en una excursión al Pirineo francés- tenía interés en visitar el castillo y la acompañé subiendo por calles empinadas hasta allí, mientras Alicia  se quedó en la playa.

Castillo de Almuñecar
  
 Por fin llegamos al hotel, cansadas pero satisfechas y sobre todo hambrientas, creo que nunca había disfrutado de un buffet tan variado y rico en mi vida. La compañía muy agradable, gente simpática y sana, trotamundos y amantes de la naturaleza.
El domingo 21, después de desayunar y meter las maletas en el autocar, Manolo, el experto conductor,  nos lleva por carreteras de vértigo al pueblo de Salaressituado en la ruta mudéjar y forma parte del Parque Natural de las Sierras de Tejada, Almijara y Alhama. Allí  empieza y termina nuestro recorrido. Uno de los principales atractivos de este pequeño pueblo es su puente árabe, de un solo ojo, que se levanta sobre el arroyo Salares. Hacemos una ruta de 7 km con un desnivel de 350m de subida y otros tantos de bajada. Se aprecia el contraste paisajístico entre las zonas de solana y las de umbría.
Terminada la marcha montamos en el autocar  para ir a Torre del Mar. En el trayecto, Emilia, una de la excursionistas, nos sorprendió recitándonos el poema: "Andalucía y su Familia" y se ganó un gran aplauso. Lo he buscado en la red y he averiguado el nombre de su autor, Juan Quesada. Mejor escucharlo en vídeo.  https://www.youtube.com/watch?v=QIM7dv9SEq8&t=19s
Dice así:

Cuando alguien me pregunta que cual es la tierra mía
No digo nunca SEVILLA, digo siempre Andalucía
Pues si Sevilla es la madre que me dio ciudadanía
Las siete otras provincias que forman la geografía
Son por vínculos de raza, o mis tíos o mis tías
Y así tengo una familia con más o menos riquezas,
pero que nadie les gana en la gracia y la belleza.
Mi tío CADIZ, el marinero, flor de la marinería
Con su barquito velero va cruzando la bahía.
Aquel que cuando esta triste, casi nunca se le nota
Ya que remedia sus males
Celebrando carnavales
Con coros y chirigotas.
Mi tía HUELVA la choquera, madrina de Juan Ramón
Plataforma marinera de donde salió Colón
Llevando tres caravelas
Flamenca de blanco y verde
Soñadora y cantarina
Donde la alondra y Valverde
Sonan por las cuatros esquinas.
Mi tía CORDOBA la hermosa, amor de luna y lucero
Sultana de Abderramán, novia de Julio Romero
Que siendo reina y sultana
Se escapó de la mezquita para hacerse cristiana
Mi tío JAEN el minero, hombre flamenco y viril
Siempre mirando la tierra al replandor de un candil
Siempre cantando las penas de su penoso vivir
Mi tío JAEN tiene un niño entre Baeza y Linares
Moreno, verde aceituna color de los olivares
Y una niña, la Cazorla, cruce de sierra y jardín
La que hace muchos años se el ocurrió hacer pipi
Y a lo que largó la niña, le llaman Guadalquivir.
Mi tía ALMERIA la pobre
La más pobre de mis tías
Siempre arrimaita al mar huyendo de la sequía
Pero pronto lloverá, los campos florecerán y llegará un nuevo día.
Que se vuelva la más rica, la pobre mi tía Almería.
Mi tía GRANADA la guapa, viudad de Boabdil
que llora en sus minaretes cantando en el Albaicín
Porque mi seña Grana tiene una pena escondida que la tiene trastorná.
Cuando por la noche canta en la torre de la vela
García Lorca se levanta, la Alhambra se le desvela
Y el Sacromonte le baila al son de sus castañuelas.
Mi tía MALAGA, la bella tan comodita y coqueta
Que tiene por falda el mar y la sierra por peineta
Capricho de sol y luna donde no existe lo gris
Donde el turista extranjero
se tiene que descubrir
aunque no lleve sombrero.
También tengo yo dos primas allá en la costa africana
CEUTA de mi tío Cádiz, MELILLA de mi tía Málaga
Son dos primas muy bonitas que las quiero como a hermanas.
Por esto y otras razones de cariño y simpatía
Cuando alguien me pregunta que cual es la tierra mía
No digo nunca SEVILLA, digo siempre ANDALUCIA.

En Torre del Mar damos una vuelta y comemos pescaíto  en uno de los muchos restaurantes que hay. A las cinco de nuevo en el autocar para ir a Málaga y tomar el Ave de regreso.
Han sido cuatro días bien aprovechados y volvemos encantadas. Seguramente se deba a la edad, pero cada vez me gusta más el sur, sobre todo cuando en la meseta hace un frío invernal. ¿Me estaré convirtiendo en un ave migratoria?😏

En Atocha nos despedimos de algunos compañeros: Paloma y Goyita, que ha compartido con nosotras desayunos y cenas; Martín,  un verdadero "gentleman" que nos ayudaba a cruzar arroyos e incluso a transportar la mochila, Rafael, un riojano de Haro, con gran sentido del humor, Gustavo, el guapetón guía de cola que sufrió el asedio de alguna señora madurita sin dejar de sonreir, Patricia, una vieja conocida...y muchos más. ¡Espero que nos volvamos a ver!

sábado, 15 de diciembre de 2018

En otoño por tierras de Madrid y de Ávila



Fueron un poco más de cuatro días, del 5 al 9 de Diciembre de este año 2018, hermosos días.
En Madrid capital comprobamos cómo sigue siendo el rompeolas de España: el día que llegamos- mi mujer, Pilar, y este cronista- de Tarragona, comimos, con Jesús y Paloma, al estilo gaditano, en un restaurante llamado Lambuzo, palabra referida a las ganas de comer. Y, por la tarde, se mostró Madrid como un rompeolas más amplio, pues en un sitio tan madrileño como El Café Gijón, pedimos, Pilar y  yo, un agua mineral con gas y nos sirvieron la francesa Perrier. Esto ya no nos pareció tan bien pero bueno.
Cenamos en una casa del mejor espíritu madrileño, la de nuestra amiga Helena, que nos había invitado, tan generosa ella como siempre, y nos obsequió con un convite multicultural, espléndido, que nos complació mucho aunque no pudimos dar cuenta de todo lo que nos tenía preparado, de desbordante creatividad. Fuimos cinco pues nos acompañó Carmen, nuestra gran amiga.
Nosotros, Pilar y yo, nos alojamos en casa de Paloma y Jesús, rodeados de mucho cariño y de atenciones, acompañados de Clarina, la deliciosa perrita.
Al día siguiente, Helena se quedó en Madrid y Pilar fue al Escorial a estar con su hermana Charo. Los demás, en el coche de Jesús y Paloma, tan bien conducido por Jesús como siempre, fuimos a Sotillo de la Adrada, en el abulense Valle del Tiétar, donde nos esperaba Adela para ir, todos juntos, a una visita que nos tenía preparada, que prometía y no nos defraudó en absoluto. Fue el Jardín Botánico del Valle del Tiétar, amorosamente creado para disfrutar y aprender de la naturaleza, en un bello paraje, en el término de La Adrada. Nos guió, en la visita, el dueño, alemán aunque nacido en España, cuya familia creó esto y él lo va cuidando,  ampliando y renovando. Nos fue mostrando este conjunto natural, no sólo de plantas y árboles -en una mención rápida: cactus variados, curiosos cipreses, un cedro del Himalaya….- sino también de curiosa fauna, como las gallinas negritas con lunares, un cerdo de monumental tamaño, unos cerditos vietnamitas-negros-, los jóvenes pavos reales que aún no lucen sus brillantes plumas….
Quedamos con una lozanía renovada tras esta visita y, guiados por Adela, llegamos al pueblo de Piedralaves, bien asentado en la falda del monte. Allí nos sentamos a comer en el restaurante “La Tasca”, o el “Taxco”, sencillo y eficaz: Carmen y yo compartimos un chuletón de Ávila, tan chuletón que la mitad que tomamos cada uno resultó mucho. En fin, nos dimos el placer de comer. Luego, caminamos por el pueblo, de casas con sabor rústico, agradable, y subimos -es pendiente el pueblo-: atravesamos el puente sobre un arroyo que baja brioso entre piedras, tan de estas tierras, y subimos hasta las afueras donde volvimos a ver el arroyo, que, tras estar un poco represado, baja con alegría.
De aquí, ya anocheciendo y enseguida anochecido, fuimos a  casa de Adela, en el pueblo de Fresnedilla (Ávila), pequeño pero vivo. Allí nos instalamos Carmen y yo mientras Jesús y Paloma se alojarían, más tarde, en la Casa Rural ”La Senda de los Enebros”, de Borja, hijo de Adela, y Chiru, su mujer. Gozamos de la cariñosa hospitalidad de Adela, que tras un rato de buena charla, nos sacó, para picar, como cena, cositas ricas.
Ya en el tercer día, bien desayunados, pusimos rumbo a Cenicientos, el último pueblo de la provincia de Madrid con el fin de subir a la peña llamada Cenicientos, como el pueblo, que se yergue, la peña, en lo más alto de la montaña. Y hacia ella subimos por un camino apto para coches aunque sólo se permite usarlo a los autorizados. Es una subida continúa, sostenida, pero permite contemplar bellos paisajes: primero, la verde llanura donde está, bien centrado, el pueblo de Cenicientos; luego, según vamos al otro lomo de la montaña, es otro paisaje, más montañoso y, terminada la pista, por un sendero, a las veces dificultoso, llegamos a la cima, a un mirador totalmente despejado, que permite ver amplios y diversos paisajes, desde la Sierra de Madrid, La Pedriza incluida, por un lado, hasta los Montes de Toledo por el lado opuesto.
Fue una señora excursión, un tanto dura. Admirable como la llevó Carmen con una rodilla no del todo boyante.
Comimos en el pueblo, en un bar-restaurante llamado “La Carpintería”, que dan cocido y degustación de cocido -como un extracto de ello-, entre otros platos de diverso acierto.
Paseamos por Cenicientos, de cerca de dos mil habitantes, y nos detuvimos en la iglesia  con notable portada, arcos de medio punto en el interior y un jardín donde sorprende ver a un naranjo y una palmera: ¡en estos lares!. San Esteban protomártir es el patrono del pueblo. Hay otra iglesita, de buen porte exterior, dedicada a Nuesta Señora- o la Virgen- del Roble.
Volvimos a casa de Adela, que nos obsequió, llena de amor, entre otras cosas, con  una ensalada de aguacate con salmón ahumado. Y a nuestras respectivas camas, yo con un caluroso pijama que me prestó Adela, de su hijo Dani, que agradezco especialmente pues el que llevé no era muy adecuado para esta tierra y esta época del año.
El cuarto día, 8 del mes, festividad de la Inmaculada, Adela no quiso faltar a la misa que se iba a desarrollar en el vecino pueblo de La Higuera, al que este mes  le toca tener cura pues no hay un cura para cada pueblo. Y los demás, como un solo hombre, fuimos a la iglesia. Fue una misa cantada con intervención de los fieles y una homilía del sacerdote sobre el misterio de la concepción de la Virgen, que resultó interesante: gustó entre nosotros.
El día era soleado, como los anteriores -una suerte- y nos pusimos a andar por una sierra que hay al lado del pueblo: verdes prados, ovejitas, una vieja cabaña de pastor, a lo lejos la Peña Cenicientos, que ayer subimos.
Y nos dirigimos, después de esto, a la  Casa Rural “La Senda de los Enebros”,  de la que volvimos a admirar su situación en medio de una naturaleza, que tan bien se visiona desde el amplio comedor. Aquí comimos, muy bien, y saludamos a Chiru y a Borja. Todo de lo más agradable.
Nos despedimos, en Fresnedillas, de Adela y los demás -Paloma, Jesús, Carmen y yo- regresamos a Madrid. Jesús llevó a Carmen  a su casa y nosotros, en el hogar de Jesús y Paloma, junto con Pilar, regresada del Escorial, disfrutamos de una bonita cena, de comer y charlar.
Y, finalmente, el día último, 9 del mes, fuimos al Museo Arqueológico andando -sólo Jesús, Pilar y yo, pues Paloma fue a pasear a Clarina-, un espléndido paseo pues cruzamos el Retiro y lo gozamos una vez más. En el Museo nos reunimos con Helena primero y luego también con Paloma. Aquí, entre otras cosas, admiramos la Dama de Elche, La Dama de Baza y la escultura de la cabeza de Lucio Vero, co-emperador romano con Marco Aurelio, tan bien esculpido que hace pensar en un escultor amigo; a Helena le encanta.
Como final, comimos los cinco en el Restaurante Monte Castelo, calle Ortega y Gasset, al modo hispánico, ya divulgado por el ancho mundo, de picoteo, muy bien.
                       
Ángel Badía

sábado, 19 de mayo de 2018

Entorno a Antequera


Fue, éste, un viaje- entre el 11 y el 15 de Mayo- de cultivo de la amistad, algo así como un buen riego, una bella experiencia humana. Las tierras que recorrimos fueron como el argumento de esa experiencia, de ese reencuentro.
Así que vamos a hablar de una relación humana en tierras bellas y cordiales
En Antequera nos juntamos una docena de amigos, venidos de sitios distintos. De Madrid: Jesús C. y Paloma, sabios organizadores; y, por orden alfabético, Alicia, con su dulce castellano-colombiano, Ana, Carmen, Charo, Jesús V, y Pepa. De Alemania, Verónica y Wolfgang, que, al venir a acompañarnos, nos ayudan a valorar lo nuestro. Y de Tarragona Pilar y Ángel, el que escribe.
Y nos aposentamos en el Hotel “Fuente del Sol”-bonito nombre- en pleno campo, en una amable montuosidad, bajo un bello circo de montañas.
Disfrutamos del reencuentro y nos pusimos a seguir, con talante flexible, el argumento de visitas ideado por nuestros organizadores.
Los tres dólmenes de las afueras de Antequera, Patrimonio Mundial de la Unesco en 2016, es lo que primero visitamos, guiados por el joven Ricardo, amable, sabedor y de un particular decir andaluz: el Dolmen del Romeral, el de Vieira y especialmente el de la cueva de Menga, del que nos sorprendió el espléndido pozo de más de 19 metros de hondo, que se descubrió en 2005, acaso obra de los romanos, y en cuya base, en un poco de agua, brilla la luz. Esta visita nos hizo viajar a remotos tiempos y admirar los trabajos que hubieron de hacer aquellos hombres, que actuaban en conjunto, con una organización.
Desde allí vimos la llamada “Peña de los Enamorados” o “ La cabeza del indio”, cuya cima puede verse como el perfil de una persona tumbada. Dicen las leyendas que, desde lo alto de la peña, se tiraron dos enamorados para no caer en manos de sus perseguidores que se oponían a su amor…
Nos llevó luego Ricardo a recorrer la ciudad de Antequera, llena de iglesias, más de 30. La Virgen de los Remedios es la patrona pero la más notable es, nos dijo Ricardo, la Iglesia del Carmen, maravilla del barroco con un magnífico retablo de madera, de pino   blanca, coloreada con el tiempo y  así la vimos, de color rojito.
Notable es también la Alcazaba desde la que se divisa una amplia vista de la feraz vega antequerana.
Por la tarde, salimos de Antequera y llegamos a la Laguna de Fuente de Piedra, donde nos reunimos con Damián, otro joven y agradable guía, Damián, muy deseoso de que viéramos bien aquellas bellas lagunas tan pobladas de vistosos flamencos, para lo que nos prestó todos los prismáticos que pudo. Nos fue llevando de un lado a otro de las lagunas con buenas y sabrosas explicaciones sobre las distintas aves. ¡Qué gusto ver a los flamencos caminar sobre el agua, con qué pausada elegancia!
Al día siguiente, yendo hacia el pueblo de Zuheros, hicimos un recorrido por el campo malagueño cordobés, lleno de montuosidades pobladas de olivos. Zuheros, ya en Córdoba, es un bello pueblo, todo blanco con tejados marrones, que sube entre peñas hasta la base de un torreón erigido sobre una agreste roca.
Yendo a Priego de Córdoba desde Zuheros, paramos a comer, de picoteo, en una especie de mesón en el camino. Es ésta la tierra del salmorejo, que en Antequera lo llaman la porra, ¿para variar? Graciosa fue la palabra remojao para designar una ensalada.
Priego sorprende por su porte de población de solera, animada, viva, con un barrio de encantadoras callecitas, encaladas, limpias, llenas de flores, geranios especialmente, y hermosas placitas. Sus calles tienen bellos edificios y es airosa la plaza del Ayuntamiento. Tiene un castillo en el centro y en uno de sus extremos está el Adarve, una especie de balcón, sobre un promontorio que sube en vertical desde la campiña y desde el que se divisa un plácido paisaje. Por otro lado, caminando por la calle donde nació Don Niceto Alcalá Zamora, se llega a la Fuente del Rey, donde canta el agua con sus numerosos caños y, en medio de las aguas, la efigie de Neptuno.
Pero es la Iglesia de la Asunción lo que más impresiona: de un hermoso barroco, columnas, arcos  y techos en  bello color blanco y, dentro de esta iglesia, la capilla del Sagrario es una maravilla del barroco- no recuerdo uno igual-: se eleva en una preciosa cúpula abovedada, impresionante, de  un blanco que resplandece.
Y, cuando ya nos íbamos, presenciamos el desfile de varios grupos con tambores y trompetas, uniformes vistosos, preludio, parece, de una procesión que vimos anunciada.
Al otro día fuimos al Torcal de Antequera, conjunto de peñas que forman espacios curiosos, interesantes y, a veces, sus formas recuerdan las de algún animal. Hay que verlo, pasearlo. Nosotros, particularmente, disfrutamos de la ilustración que nos dieron las interesantes explicaciones que Charo hacía sobre la marcha, Charo y Jesús.   
Por la tarde, visitamos Archidona, cerca de Antequera, que tiene una Plaza Ochavada muy notable, con vivos nidos bajo los tejados, a los que van y vienen los pajaritos. Y, curioso, hay un convento de monjas de clausura, llamadas mínimas, que venden dulces a través del torno.
Terminamos el día tomando algo en el Parador de Antequera con una bonita puesta de sol.
Bueno, cosas bonitas e interesantes. La gente simpática y amable: nosotros, Pilar y Ángel, no teníamos, el día del  regreso, donde dejar las maletas en Antequera hasta la tarde en que salía nuestro AVE y en el hotel, el Director, puso a nuestra disposición la tienda de su madre en la ciudad, que por nosotros cerró más tarde esa mañana.
Y nos despedimos con el sentimiento de haber regado bien nuestra bella amistad, de dejarla bien floreciente.
                                   18 de mayo de 2018

Ángel