Hicimos una ruta circular, comenzando en El Hospital de Benasque, iniciando al poco tiempo la dura subida por las rampas de Peña Blanca hacia el Portillón.
Seguimos el camino de herradura que históricamente se utilizaba para comunicar el Valle de Benasque con Bagneres de Louchon, en Francia.
Aunque el camino es relativamente cómodo, la subida no de tregua, pero todo el esfuerzo se ve más que compensado por la progresiva aparición de los glaciares de la Maladetas y del Alba primero y poco después la cima del Aneto con su majestuoso glaciar - el mayor del Pirineo.
En el tramo final se asciende a la brecha del Portillón, paso fronterizo con Francia, desde donde se contemplan los "Boms" (lagos glaciares en dialecto occitano) del Puerto.
De nuevo las nubes amenazan y definitivamente abandonamos la opción de subir al Pico Salvaguardia, 300 metros más alto. Jesús -precavido- nos hizo comer rápidamente por temor a la posible tormenta.
El descenso en dirección a la Besurta, fue más suave, con cómodas lazadas y amenizado con los silbidos de las marmotas que tenían a Clarina desconcertada, buscando por todas partes.
La vista era espectacular: seguimos viendo el Aneto y un mar de cumbres tan significativas como la Cresta de Salenques, el Pico Rusell, el Mulleres, la Forqueta,...
Ya en el fondo del valle giramos nuevamente al oeste y por las praderas del Plan de Estan, en una hora más alcanzamos el Hospital de benasque, justo a tiempo de tomar una cerveza antes de que una densa niebla lo cubriera todo.
No exagero al decir que es la excursión más bonita que he hecho en el Pirineo Aragonés.
Terminamos el día cenando el el restaurante "El Rincón", en Cerler, de nuevo al calor de la lumbre.